En estas breves narraciones, que oscilan entre lo cómico y lo directamente surrealista, Nueva York aparece como un gran escenario donde todo puede suceder, desde una conversación imposible, hasta una inundación con tintes apocalípticos. Cada anécdota responde a un código y remite a un símbolo, y lo que podría parecer oscuro se ilumina cuando apelamos a otras lecturas.