En el transcurso de una clase de gallego un profesor molesto reprocha a sus alumnos su alarmante falta de conocimientos ante una de las preguntas que les formula definiéndolos del siguiente modo: personas sin forma. Años más tarde, como antiguo estudiante suyo, rememoras esas palabras y te percatas de que tu trayectoria académico-laboral encaja como anillo al dedo en ellas. ¿Se trata de una mera coincidencia fruto del azar o de una certeza escalofriante de la que no puedes evadirte?